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REGÍMENES, !! SECUELAS !!

La mayoría de los miembros de nuestra sociedad consideran que el régimen es una solución, o «cura» al problema, o «enfermedad», del exceso de peso. Sin embargo, el problema no es la gordura en sí misma, sino el régimen, y a menudo la llamada cura es peor que la enfermedad. Sea considerado que el exceso de peso es un problema orgánico, social y psicológico es exagerado desmesuradamente.

Aún cuando los peligros de la obesidad no sean tan grandes como se sospechaba, aunque puede llegar a serlo, en general, ¿no sigue siendo beneficiosa la pérdida de peso?. En realidad, tanto el régimen como la pérdida de peso pueden ser activamente perjudiciales. También en problemas relacionados pero que no son directamente causados por la pérdida de peso. El problema fundamental radica la en que la mayoría de las personas que adelgazan luego vuelven a engordar, y esta recuperación o el ciclo de subir y bajar de peso (como hace en la mayoría de las personas que se someten a regímenes de adelgazamiento) parece que provoca problemas por sí mismo y que además exacerba otros trastornos ya existentes. Muchas dolencias físicas parecen estar relacionadas directamente con la pérdida de peso y los regímenes que se realizan para alcanzar dicho propósito, bajada de tensión sanguínea, cálculos biliares, etc…

De modo que la pérdida de peso puede resultar tan perjudicial como el exceso de peso y ambos conllevan una serie impresionante de peligros para la salud. De la misma manera que sucede con el exceso de peso, dichos riesgos sólo afectan a algunas de las personas que efectúan regímenes. Las quejas más comunes suelen ser de poca importancia tal como hipotensión y mareos, desvanecimientos y náuseas, jaquecas etc… En general, cuanto más grave es la restricción calórica y mayor es el desequilibrio nutricional del régimen realizado, más serios serán los efectos secundarios.

Los regímenes no sólo implican peligros orgánicos sino también conllevan riesgos psicológicos. Podríamos decir que como consecuencia de los regímenes pueden aparecer síntomas como la irritabilidad, la falta de concentración, la ansiedad, la depresión, apatía y la fatiga. Los informes acerca de estas situaciones que a menudo se califica de «síndrome de depresión del régimen», han aparecido regularmente en la literatura psiquiátrica y psicológica, desde principios de los años cincuenta.

Dado que el seguimiento de un régimen tiene un curso crónico y da lugar a las distintas actitudes, comportamientos y factores de salud negativos antes descritos, se podría considerar que los regímenes son un tipo de «trastorno leve del comer». Desafortunadamente, pueden ser mucho más patógenos que esto. Podríamos afirmar que el régimen, que es producto de la idealización cultural de la delgadez, podría ser un factor que contribuyera al desarrollo de patologías más graves como la anorexia nerviosa y la bulimia, en donde ambas comparten la preocupación por la comida y un exagerado temor a engordar.

SITUACIONES CONFLICTIVAS EN LAS PAREJAS

Todos conocemos parejas que “se llevan mal”. Los medios de comunicación y la literatura sociológica hablan del elevado número de separaciones. Muchas de estas parejas se separan porque “no se entienden”, “no se llevan bien” y -sin embargo- desearían tener una relación más satisfactoria. Pues bien, esto se puede conseguir; usted puede aprender a entenderse y llevarse mejor con su pareja  si desea  hacerlo. Puede aprender a comportarse de un modo más adecuado y eficaz para tener una relación más satisfactoria.

El amor no es algo vago y abstracto que no sepamos cómo conseguir o recuperar una vez que se ha terminado. El amor es conducta. Una pareja es feliz y “se siente enamorada” cuando ambos componentes de la misma se implican frecuentemente en conductas que les hace sentirse queridos y desear afectivamente la relación. Esto no significa que cualquiera de ellos deba renunciar a su propia vida y dedicarla por completo al otro: por el contrario, la relación debe estar basada en el libre intercambio de conductas mutuamente gratificantes.

Son muchas las investigaciones que evidencian que el conflicto de una pareja (“llevarse mal”, “no entenderse”, “haber perdido el amor”…),  suele deberse a un déficit de ciertas habilidades para relacionarse el uno con el otro, y no a problemas individuales imposibles de cambiar (“somos así”, “él es un neurótico”…).  El cómo nos relacionamos es fruto de un  aprendizaje social  a lo largo de nuestra vida, y como tal podemos modificarlo.

En la convivencia marital, existen unas estrategias diferentes a la hora de afrontar una situación específica y es importante confrontar la visión que tiene cada persona sobre su forma de encarar situaciones problemáticas normales en una convivencia de pareja, con la que de él o ella tiene su cónyuge.

Analizaremos cuatro estrategias diferentes de afrontamiento: asertiva, agresiva, sumisa y agresivo-pasiva, ante situaciones conflictivas centradas en el ámbito marital.

1-ASERTIVA: expresión de los sentimientos, preferencias u opiniones personales de una manera directa, sin intentar forzar el acuerdo del otro nunca. Uno debe expresar asertivamente sentimientos positivos y negativos, considerando entre los primeros el afecto y entre los segundos el enfado y la ira.

2-AGRESIVA: expresión de los sentimientos, preferencias u opiniones personales de una manera que incluye el uso explícito de amenazas y/o agresiones para forzar el acuerdo del otro.

3-SUMISIÓN: carencia de expresión directa y clara de los sentimientos, preferencias u opiniones personales, y sometimiento automático a las preferencias, poder o autoridad del otro.

4-AGRESIVO-PASIVA: carencia de expresión directa y clara de las preferencias, sentimientos u opiniones personales, mientras que, de forma indirecta se intenta coaccionar a la otra persona para que ceda. La forma de coaccionar serían, las malas caras, insinuaciones de enfado y malestar, la indiferencia, “LOS SILENCIOS”.

Intentemos ser asertivos en nuestras relaciones de pareja en el mayor número de ocasiones ya que de ello depende en gran medida nuestra estabilidad.

Intentemos escuchar y entender la opinión del otro, para así poder rebatir, si fuera necesario, sus argumentos.

Intentemos, ante todo, asumir nuestros errores para mejorar, sin que esto nunca dependa del otro.

EL COMPORTAMIENTO HUMANO

Cuando hablamos de comportamiento debemos tener en cuenta que la conducta es todo aquello que realizamos, pensamos, queremos o deseamos. Todo lo que hace, dice, siente y piensa el ser humano es comportamiento. La diferencia estriba en que en algunos casos se trata de comportamiento directamente observable y en otros no.

Comportamiento observable: me acerco y te beso, lloro, hablo por teléfono, río, cruzo la calle,….

Comportamiento no observable: me siento triste, creo que eres fantástico, pienso que te comportas injustamente conmigo,….

En el comportamiento observable intervienen complicados procesos motores, las emociones y el lenguaje verbal. En el comportamiento encubierto (no observable), las emociones, el pensamiento y el lenguaje interno.

Todo ello bajo el control fundamental del sistema nervioso, central y periférico. Mientras actúo, mis pensamientos y mis emociones están dirigiendo mi conducta. De ahí la necesidad de modificar éstos sí quiero cambiar mi conducta observable, que a su vez dependen de la no observable.

Nuestro comportamiento no tiene lugar en el vacío. Acaece en un medio físico, geográfico, en un entorno ambiental. En dicho medio frecuentemente se hallan otras personas. Por lo tanto existen gran variedad de estímulos a nuestro alrededor. Luces, olores, ruidos, colores, personas, miradas, expresiones, verbalizaciones, acciones, creencias, etc. Algunos de estos estímulos anteceden a nuestro comportamiento y muchos de ellos lo suscitan. Son señales en función de las cuales nosotros reaccionamos según el momento y también de acuerdo con experiencias anteriores. Por ejemplo:» paro ante el semáforo en rojo», «sonrío si me gastan una broma». Asimismo, la expresión de mi pareja en un momento determinado, puede desencadenar una reacción de afecto, desencanto, ira…, y suscitar pensamientos o emociones quizá equivocados (le aburro, ya no le gusto, etc.).

Analicemos nuestro comportamiento y los estímulos que han tenido lugar justo antes o mientras se producía. Aprendamos a observar las señales que provocan determinadas conductas. Esto puede ayudarnos a controlarlas si es preciso, o a atender el mensaje encubierto que el otro nos envía mediante su gesto o postura.

Hay estímulos que inevitablemente producen una respuesta, son los estímulos incondicionados o señales no aprendidas (por ejemplo: si nos golpean la rodilla en el lugar adecuado, nuestra pierna se levanta; es el reflejo patelar). Hay estímulos neutros, son aquellos que por sí mismos no provocan ninguna respuesta específica, pero si lo hacen si se les apareja de forma sistemática y continuada un estímulo incondicionado. Las señales aprendidas son aquellas en principio «neutras» que mediante el aprendizaje se han convertido el señales condicionadas capaces de provocar respuestas condicionadas o aprendidas. Por ejemplo: un caramelo en la boca produce siempre salivación. Si aparejamos ésta secuencia caramelo-salivación con una determinada música, repetidamente, llegará un momento en que la sola presencia de la música puede producir salivación.

El descubrimiento de estos procesos ha puesto de manifiesto que mediante el aprendizaje podemos aumentar la cantidad de señales capaces de controlar el comportamiento.

Tenemos que darnos cuenta que “la observación” es la mejor manera de darnos cuenta que ocurre a nuestro alrededor, si queremos saber las razones, debemos preguntar al que ha producido el comportamiento, la razón de dicha conducta, ya que si no estaremos juzgando dicho comportamiento y es muy probable que estemos usando un pensamiento distorsionado, que se denomina interpretación de pensamiento: “Sin mediar palabra, la persona sabe que sienten los demás y porqué se comportan de la forma en que lo hacen ; en concreto, es capaz de adivinar que sienten los demás respecto a ella”; y en consecuencia actuará hacia esa persona, convencida de la razón que le lleva a esa conducta, de ahí la distorsión. Cuidado entonces con nuestras actuaciones sin antes preguntar, ya que si preguntamos conseguiremos comunicarnos más satisfactoriamente.

LA PAREJA

En la pareja vemos desarrollarse constantemente la expresión de la ambivalencia del deseo. Al hablar de pareja hay que referirse a la relación prolongada en el tiempo, es decir, una relación capaz de poder soportar e intentar superar cualquier conflicto. Y esa unión puede mantenerse a pesar de esas y otras dificultades.

En el momento actual, el marco legal y social ejerce menos influencia en el mantenimiento de la pareja que en décadas anteriores, y por tanto esta necesita apoyarse más en su evolución afectiva para perpetuarse, es decir, en un diálogo auténtico en los planos verbal y afectivo; lo cual hace que la pareja se sienta muy exigida por sus componentes, donde el compañero tiene que ser fuente de gratificación de muchas necesidades.

Este tipo de pareja de larga duración capaz de afrontar y aceptar la agresividad implícita en la relación, se diferencia de la relación breve, que sólo busca la satisfacción inmediata, que se abandona cuando dejan sentir que la relación satisface sus demandas. Por lo tanto, la distinción fundamental no debe ser entre lazos conyugales de los sujetos casados y no casados, sino, una distinción entre un vínculo transitorio y un vínculo duradero.

La pareja como institución está siendo cuestionada desde hace unos años debido, entre otras cosas, a la alta tasa de divorcios. No debemos olvidar, sin embargo, que un altísimo porcentaje de aquellas personas que se divorcian poco tiempo después vuelven a casarse o a vivir en pareja. De los que se divorcian por segunda vez, un alto porcentaje vuelve a casarse (o a vivir en pareja) por tercera vez, ya que los errores cometidos en las relaciones anteriores, se vuelven a cometer, diríamos que el ochenta por ciento de las separaciones se producen por problemas de comunicación en las parejas y el otro veinte por ciento, serían infidelidades, problemas psicológicos de alguno de los dos miembros, adicciones, etc. En este ochenta por ciento, con una terapia de pareja bien estructurada y llevada a cabo, se obtienen unos resultados, francamente buenos en un porcentaje muy alto, ya que aunque se lleve a cabo la separación, las formas y el entender las causas de dicha separación alivia la situación traumática de esta.

La realidad es que la pareja como vínculo de unión entre dos personas continúa y se perpetúa. Ya sea por motivos sociales, económicos y psicológicos, la relación de pareja humana sigue viva y en general los miembros de ella, debido a los diferentes conflictos que en ella surgen y a las diferentes motivaciones, por las cuales dos personas deciden vivir juntas, buscan ayuda.

Realmente no existe una dicotomía entre lo económico y social y la relación de intimidad, dentro de una pareja.

Que ahora se enfatice más lo relacional que lo institucional en la relación de pareja, no significa que esto último no siga teniendo importancia. Por poner un ejemplo, lo vemos en los procesos de separación o divorcio, en los cuales hasta que no se resuelven los aspectos económicos de la separación, no es posible resolver los demás aspectos de la relación, entre ellos, por ejemplo la custodia de los hijos, en la cual lo que debe primar es el bienestar y el menor cambio de hábitos posibles en dicha situación de separación, para los hijos, y están empezándose a valorar más acertadamente que una guarda y custodia compartida es la mejor solución para el bienestar de los hijos , en la mayoría de los casos y apareciendo esos cambios legislativos tan necesarios para desarrollarse óptimamente.

En las parejas, uno no puede no comunicarse. Las personas siempre estamos comunicando algo a través de nuestro comportamiento, nuestro lenguaje no verbal, por ejemplo, si uno llega a su casa y no saluda a su pareja, se sienta delante de la televisión y frunce el ceño permanentemente, está comunicando enfado, disgusto, etc. Se debe cuidar la comunicación verbal tanto como la no verbal, mirar a los ojos, sonreír, buscar el contacto físico, la proximidad y más pautas no verbales que hacen que la comunicación sea más agradable y fluida.

La pareja se entiende como lugar donde se descansa, se obtiene placer, lugar de protección y seguridad frente a las obligaciones laborales y sociales de la vida cotidiana.

 

COMO TRATAR CON LOS DEMÁS

Las personas han interpretado a menudo que el consejo “Separe a las personas del problema” quiere decir que hay que esconder los problemas de la gente donde no los veamos. Esto no es, en forma alguna, lo que quiere decir. Los problemas de las personas acostumbran a necesitar más atención que los problemas esenciales. La tendencia humana al comportamiento defensivo y reactivo es una de las causas por las que fracasan tantas negociaciones, cuando lo que tendría sentido sería un acuerdo. En las negociaciones, si usted ignora los asuntos de la otra parte y está usted tratando el problema del otro desde una perspectiva única, el otro lo hará también por su razón. Y esto no nos conduce a nada positivo para la negociación.
Construya una relación que funcione, independientemente del acuerdo o desacuerdo. Cuanto más grave sea su desacuerdo con alguien, más importante es que sea capaz de manejar ese desacuerdo. Una relación de este tipo no puede comprarse haciendo concesiones sustantivas o pretendiendo que el desacuerdo no existe. La experiencia sugiere que apaciguar cediendo no acostumbra a funcionar. Si ahora hace concesiones no justificadas, es poco probable que le sea más fácil tratar diferencias futuras. Puede que piense usted que la próxima vez será su turno de recibir concesiones; es probable, en cambio, que ellos piensen que si son suficientemente tozudos usted volverá a ceder. Tampoco debe usted intentar conseguir una concesión importante, amenazando la relación (“si realmente le importara, habría cedido”, “a menos que esté usted de acuerdo conmigo, hemos terminado nuestra relación”). Tanto si una estratagema de este tipo tiene éxito como si no, por el momento, obtener una concesión perjudicará la relación; es casi seguro que las dos partes se encontrarán con muchas más dificultades para zanjar diferencias futuras. En lugar de esto, los temas importantes han de ser separados de las relaciones y las maneras de negociar. El contenido de un posible acuerdo ha de ser separado de las cuestiones de cómo habla usted de la otra parte y de cómo trata usted con la otra parte. Cada conjunto de temas necesita ser negociado por sus propias circunstancias.
Si, a pesar de sus esfuerzos para establecer una relación óptima y negociar diferencias importantes, los problemas de las personas siguen impidiéndoselo, negócielos por sus sentimientos. Saque a relucir sus preocupaciones sobre la conducta de la otra parte y discútalas, como si se tratara de una diferencia esencial. Evite juzgar o impugnar sus motivaciones. En lugar de ello, explique sus percepciones y sentimientos y pregúntele sobre los suyos. Proponga criterios o modelos exteriores, o principios justos para determinar la forma en que deberían tratarse mutuamente, y niéguese a ceder a tácticas de presión. Formule su discurso mirando hacia delante y no hacia atrás, y opere en la presunción de que la otra parte puede no tener la intención de ocasionar todas las consecuencias que usted experimenta y de que puede cambiar su enfoque si ve la necesidad de hacerlo.
Nuestro comportamiento debería estar destinado a servir de modelo al comportamiento que prefiriéramos y evitar cualquier recompensa para la conducta que nos desagrada; ambas cosas, sin comprometer nuestros intereses esenciales.
Gran parte del comportamiento que se observa en el mundo no es muy racional. Los negociadores son, ante todo, personas humanas. Es frecuente que actuemos impulsivamente o reaccionemos sin antes haber pensado cuidadosamente, especialmente cuando estamos enfadados, asustados o frustrados. Y todos conocemos a gente que parece sencillamente irracional, sea cual fuere la situación. ¿Cómo se enfrenta usted a este tipo de conducta? Ante todo, reconozca que aunque no se acostumbra a negociar de forma racional, vale la pena que usted lo intente. A continuación, cuestione su presunción de que los demás están actuando de forma irracional. Quizás ven la situación de manera diferente. En la mayoría de conflictos cada lado cree que está diciendo “no” de una forma razonable a lo que oye que la otra parte le exige. Quizás su posición de apertura tan bien elaborada, la otra parte la entiende como injustificable según sus méritos; quizás la otra parte valora las cosas de forma distinta, o puede haber un fallo de comunicación, y siempre que hay un fallo de comunicación, es de dos, del emisor y del receptor, ya que uno puede intentar explicar mejor y preguntar lo que el otro ha entendido y el receptor , debe decir lo que el ha entendido y si es eso lo que quería decir. A veces, se tienen opiniones que muchos pensamos que son objetivamente “irracionales”, como es el caso de la gente que tiene miedo a volar. Estas personas por dentro están, sin embargo, reaccionando al mundo tal y como ellas lo ven. En algún nivel están convencidas de que este avión se estrellará. Si nosotros creyéramos eso tampoco volaríamos. Es la percepción lo que está viciado, no la respuesta a esa percepción. Por mucho que se diga a esas personas que están equivocadas (y aunque se les muestre numerosos estudios científicos al respecto), ni aunque se las castigue por sus creencias, es muy poco probable que cambien lo que sienten. En cambio, si les pregunta usted de una forma empática, tomando en serio sus sentimientos e intentando seguir su razonamiento hasta las raíces, a veces es posible conseguir hacer un cambio. Trabajando con ellas puede que descubra usted un fallo lógico, una percepción errónea de los hechos o la asociación traumática de una época anterior que una vez puesta de relieve puede ser examinada y modificada por las propias personas. Esencialmente, podemos decir que está usted buscando los intereses psicológicos que se encuentran escondidos detrás de su posición, para ayudarle a encontrar un modo de satisfacer una mayor cantidad de sus intereses, a la vez que satisfacerlos de una manera más eficaz. Debemos plantearnos la búsqueda de razones para encontrar la paz en el diálogo, no la verdad ya que cada uno percibe la verdad desde ángulos diferentes y nadie es poseedor de ella y siempre avanzaremos en el razonamiento in tentando comprender las razones que le llevan al otro a pensar así, aunque no las compartamos, pero así podremos exponer las nuestras e intentar conseguir que al menos nos entienda, y eso enriquece a todos. Luego analizando esto podríamos decir que cualquier argumento es válido, tanto para aprender de lo que no nos habíamos percatado como para evitar llegar a esas conclusiones con esos razonamientos que en un principio rechazábamos, aunque nos parezcan irracionales. Lo importante es entender a la otra parte en todo su contexto, el del razonamiento y en el del sentimiento, de esa forma razonado.
Debemos tratar a la gente como queremos que nos traten y así conseguiremos evolucionar y enriquecernos todos, ya que esa es la esencia humana, al ser los seres que aparte de aprender como todos los seres vivos, podemos pensar y obtener razones que nos ayuden a llevar una vida más comunicativa y enriquecedora y así obtener la paz en todo su contexto.

LA RELAJACION, UNA FORMA DE VIDA PARA LOS TIEMPOS ACTUALES

El ser humano es el único mamífero de la tierra que ha olvidado relajarse a diario, ya que de diferentes formas, todos los demás mamíferos lo hacen varias veces al día, así se da la circunstancias que no hay animales estresados, ni anoréxicos, siempre y cuando los mantengamos en su hábitat natural.

El aprendizaje en relajación, nos ayuda a intentar ejercer el control de las emociones que es algo que nos deberían enseñar desde que somos pequeños, ya que el entrenamiento es la mejor manera de conseguir que nuestros hábitos sean buenos y no caigamos en la rutina y por tanto en la desesperanza y la falta de ilusiones y motivaciones.

Dado que podríamos resumir las emociones en dos grandes bloques, Amor y Miedo, debemos saber buscar el equilibrio entre ellas, ya que son necesarias todas nuestras maneras de sentir , pero si las llevamos al extremo, estaremos entrando en la patología, en el trastorno; o sea la alegría llevada al grado máximo se puede convertir en un estado de euforia, de manía y la tristeza llevada a su máxima expresión se convertirá en depresión que es un trastorno, quizás el más doloroso pues se padece las veinticuatro horas al día.

El miedo nos hace ponernos tensos y en ese momento, si dicha tensión es muy elevada, pasamos a utilizar la parte más primitiva de nuestro ser, siendo más animales irracionales que animales racionales, de ahí puede surgir ese descontrol del impulso que nos lleva a realizar actos de los que luego nos podemos arrepentir y si es delito, la ley nos caerá con todo su peso, ya que aunque lo hagamos somos conscientes de nuestros actos aunque no sepamos o podamos controlarnos.

De esta manera de actuar surgen los trastornos de personalidad, ya que con nuestros pensamientos justificamos nuestros actos, nuestra parte animal-irracional, que todos tenemos, y no nos enseñan a controlar, cosa que no resultaría tan difícil en las escuelas.

Cuando el ser humano nace, nace con una gran capacidad de aprender de todo, y para ello tendremos que pensar en ello, ya sea leyéndolo y así aumentando nuestra inteligencia cristalizada, o experimentándolo con nuestras experiencias, pero de cualquier manera introduciendo la información por nuestros sentidos, en nuestro cerebro. Esto nos tiene que hacer pensar que si queremos que nuestro cerebro aprenda a controlar nuestro cuerpo, deberemos pensar en él y para conseguirlo deberemos relajarnos con métodos de relajación como el de Edmund Jacobson, por el cual el cerebro aprende a diferenciar las sensaciones de tensión y de relajación, y si lo aprendemos bien cuando pensemos en los músculos blandos, relajados y pesados, la respuesta de estos nos liberará de la tensión y podremos responder mas acertadamente a la situación a la que nos enfrentemos, ya que nuestro tono muscular descenderá a cotas controlables, nuestra tasa cardíaca se reducirá así como nuestra frecuencia respiratoria.

Con todo ello trato de expresar, que si en la Escala de Inteligencia de Wechsler (WISC-IV) para niños el promedio de la población es el 68%, dentro de los límites, de una misma manera se les podría enseñar a prevenir esos estados de sufrimiento, innecesarios a la gran masa de la población, y tendríamos unos jóvenes más creativos, comprensivos y con menos problemas, sociales, mentales, tendrían un futuro mas halagüeño y pienso serían más felices, puesto que cuanto más tranquilo está uno, mejor le saben las cosas y mejor le salen las cosas que ha de hacer y su capacidad de asimilar las situaciones y los conocimientos aumentaría.

AUTOCONTROL de las emociones y el comportamiento

 

Las personas que son capaces de controlar sus emociones y su comportamiento se valoran más que las que se comportan de forma impulsiva o pierden el control de sí mismos.

Como nos enseñaron en la escuela, todos los verbos nos indican una acción, saltar es elevar los pies del suelo, comer es introducir un alimento en el estómago, así podíamos seguir con todos los verbos, aunque sea dificultoso el definirlos. Pero cuando hablamos del verbo pensar, ¿cómo definiríamos pensar?, ya que las personas, no nos hemos parado a reflexionar (sinónimo de pensar), lo importante que es, que nos demos cuenta que la mayoría de la gente que nos pusiéramos a querer decir árbol en arameo, por mucho que pensáramos no lo podríamos decir, luego podríamos definir, de una manera coloquial la definición de pensar, como buscar en nuestro cerebro algo que hemos metido, conscientemente o sin darnos cuenta, por eso es tan importante controlar aquello que pensamos en nuestro lenguaje interno, lo que hablamos con nosotros mismos.

Siempre nos han dicho que “el saber no ocupa lugar”, pero pienso que hay que filtrar ciertos conocimientos, ya que las creencias de un ser humano son increíblemente poderosas y el cerebro es un todo que nos da lo que hemos metido y hemos pensado reiteradamente.

Uno de los métodos que las personas utilizamos para convencernos de lo que debemos hacer en una situación determinada es hablar con nosotros mismos. De esta manera nos decimos lo que debemos hacer y cómo debemos comportarnos.

Podríamos definir tres formas para autocontrolarnos: inhibición, planificación y perseverancia.

La inhibición, nos ayuda a evitar hacer algo que pensamos, no se debe hacer. La planificación, nos sirve para decidir lo que hay que hacer en determinadas ocasiones. Por último, la perseverancia es lo que hace que seamos constantes en la consecución de una tarea determinada.

La psicología cognitiva, nos ayuda, con sus técnicas, a aumentar nuestra capacidad de autocontrol, como la reestructuración cognitiva, que consiste en cambiar el pensamiento de una situación para hacerla menos tentadora; la verbalización, sea para cambiar o instaurar una norma o una pauta de comportamiento. También nos ayuda a centrar la atención en las recompensas que se derivará de un comportamiento adecuado, o en sus consecuencias negativas que supondría lo contrario.

Tenemos que plantearnos que cuando estamos relajados y nos acordamos de un día feliz de nuestra vida, nos sentimos felices, ahora bien si nos acordamos de un día triste de nuestra vida, nos sentimos tristes.

Los seres humanos no podemos controlar las circunstancias externas de nuestra vida, pero si podemos controlar nuestras reacciones ante ellas, con aprendizaje y constancia.

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