La comprensión social es la capacidad de una persona para comprender los puntos de vista de los demás, y cada día es más necesaria, para no caer en la incomunicación en la que estamos cayendo cada vez más en nuestra sociedad.
Para que las personas desarrollemos la capacidad de entender a los demás necesitamos contar con una serie de habilidades:
1- La capacidad de comprensión de los pensamientos (lo que el otro piensa, incluyendo lo que sabe y sus intenciones), preguntando y no interpretando.
2- La capacidad de comprensión de las emociones (lo que el otro siente), dejando que nos lo exprese si puede, dándole ejemplos si le cuesta.
3- La capacidad de comprensión de las percepciones del otro (lo que el otro ve y oye), sin cuestionar sus intenciones.
4- El conocimiento de cómo es, según él mismo y respetándolo, ya que nuestras creencias son increíblemente poderosas.
El vivir un suceso como un éxito o como un fracaso depende de nuestra valoración interna. Dependiendo de esta valoración, nuestra autoestima se verá afectada en mayor o menor grado. Si nuestros modelos de conducta son demasiado severos, nos sentiremos defraudados con nosotros mismos.
Los pasos que hay que seguir para examinar y modificar los modelos de conducta son los siguientes:
1.-Pensar en un área en la que se hayan experimentado éxitos y fracasos.
2.-Expresar de forma clara y concreta qué se considera un éxito y qué un fracaso. ¿Existe un término medio?
3.-¿Con qué frecuencia se alcanza lo que considera un éxito para cada uno?, ¿un fracaso?, ¿el término medio?, ¿qué sentimientos se experimentan?
4.-¿El sentirse mal con demasiada frecuencia? Si no es ése el caso, se sentirá uno, probablemente cómodo con sus modelos. En este caso, se pasa al punto siguiente.
5.-Pensar acerca de la forma en que se podrían modificar esos modelos. Se podría cambiar la forma de definir el éxito, de modo que se pudiera sentir uno bien más a menudo, o bien rebajar el listón del fracaso y crear una zona intermedia más amplia.
6.-Observar las autoafirmaciones que se hace uno así mismo. Los propios pensamientos deberían hacer que uno se sintiera mejor ante los éxitos, normal ante hechos que podrían encuadrarse en la zona intermedia de valoración, y mal (pero sin desmoronarse) cuando nuestro comportamiento haya sido negativo.
Debemos darnos cuenta, que la cosa mas fácil para un ser humano es equivocarse, cuando además no llevamos un claro entrenamiento en ese área y por lo tanto asumimos que siempre se puede mejorar con mas aprendizaje, y así aumentar nuestros niveles de tolerancia a la frustración, ante nuestros errores y poder sobrellevar dichos errores con mas tranquilidad y convencimiento de superación, evitando «zambullirnos» en nuestros fracasos, ya que nuestro cerebro se cree aquello que pensamos muchas veces y luego nos juega malas pasadas al considerarlo verdadero, sin serlo, o siendo sólo una parte, evitemos la sobre-generalización como distorsión cognitiva.
Todos conocemos parejas que “se llevan mal”. Los medios de comunicación y la literatura sociológica hablan del elevado número de separaciones. Muchas de estas parejas se separan porque “no se entienden”, “no se llevan bien” y -sin embargo- desearían tener una relación más satisfactoria. Pues bien, esto se puede conseguir; usted puede aprender a entenderse y llevarse mejor con su pareja si desea hacerlo. Puede aprender a comportarse de un modo más adecuado y eficaz para tener una relación más satisfactoria.
El amor no es algo vago y abstracto que no sepamos cómo conseguir o recuperar una vez que se ha terminado. El amor es conducta. Una pareja es feliz y “se siente enamorada” cuando ambos componentes de la misma se implican frecuentemente en conductas que les hace sentirse queridos y desear afectivamente la relación. Esto no significa que cualquiera de ellos deba renunciar a su propia vida y dedicarla por completo al otro: por el contrario, la relación debe estar basada en el libre intercambio de conductas mutuamente gratificantes.
Son muchas las investigaciones que evidencian que el conflicto de una pareja (“llevarse mal”, “no entenderse”, “haber perdido el amor”…), suele deberse a un déficit de ciertas habilidades para relacionarse el uno con el otro, y no a problemas individuales imposibles de cambiar (“somos así”, “él es un neurótico”…). El cómo nos relacionamos es fruto de un aprendizaje social a lo largo de nuestra vida, y como tal podemos modificarlo.
En la convivencia marital, existen unas estrategias diferentes a la hora de afrontar una situación específica y es importante confrontar la visión que tiene cada persona sobre su forma de encarar situaciones problemáticas normales en una convivencia de pareja, con la que de él o ella tiene su cónyuge.
Analizaremos cuatro estrategias diferentes de afrontamiento: asertiva, agresiva, sumisa y agresivo-pasiva, ante situaciones conflictivas centradas en el ámbito marital.
1-ASERTIVA: expresión de los sentimientos, preferencias u opiniones personales de una manera directa, sin intentar forzar el acuerdo del otro nunca. Uno debe expresar asertivamente sentimientos positivos y negativos, considerando entre los primeros el afecto y entre los segundos el enfado y la ira.
2-AGRESIVA: expresión de los sentimientos, preferencias u opiniones personales de una manera que incluye el uso explícito de amenazas y/o agresiones para forzar el acuerdo del otro.
3-SUMISIÓN: carencia de expresión directa y clara de los sentimientos, preferencias u opiniones personales, y sometimiento automático a las preferencias, poder o autoridad del otro.
4-AGRESIVO-PASIVA: carencia de expresión directa y clara de las preferencias, sentimientos u opiniones personales, mientras que, de forma indirecta se intenta coaccionar a la otra persona para que ceda. La forma de coaccionar serían, las malas caras, insinuaciones de enfado y malestar, la indiferencia, “LOS SILENCIOS”.
Intentemos ser asertivos en nuestras relaciones de pareja en el mayor número de ocasiones ya que de ello depende en gran medida nuestra estabilidad.
Intentemos escuchar y entender la opinión del otro, para así poder rebatir, si fuera necesario, sus argumentos.
Intentemos, ante todo, asumir nuestros errores para mejorar, sin que esto nunca dependa del otro.