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EL DOLOR, PERSPECTIVA PSICOLÓGICA

 

La forma más generalizada del estrés sea quizás el dolor. Ningún otro síntoma solicita más atención y es más incapacitante que el dolor.

Es una de las razones más normales por las que se visita al médico y los costes relacionados con el tratamiento son grandísimos.

Con la definición en la mano, el dolor crónico dura periodos largos de tiempo (meses, incluso años). Las personas que sufren dolor crónico se encuentran metidas en un mundo complejo, caro, y que afecta mucho a sus relaciones familiares, profesionales, sociales.

Los familiares se sienten cada vez más desesperados y angustiados dado que los costes y la carga emocional aumentan mientras las soluciones y los ingresos disminuyen así como las opciones de tratamiento. Dichos familiares hacen de una frustración externa algo interno, por la impotencia en la que se encuentran al no poder ayudar a su ser querido.

Con los compañeros de trabajo y los jefes aumenta el malestar al disminuir la productividad, su falta al trabajo con frecuencia obliga a los otros compañeros a hacerse cargo de esas responsabilidades, ya que el trabajo a de seguir.

Con el tiempo se llegan a cuestionar la veracidad de las quejas del dolor que sufre el paciente, ya que la medicina es incapaz de justificar los síntomas que presenta en la mayoría de los casos. Unos pueden pensar que lo que intenta es conseguir la atención de los demás, evitar trabajos no deseados, otros que el dolor no es real y que todo es psicológico.

Hay que entender que para muchos, el dolor se convierte en el centro de sus vidas, dejando un lado familia, amigos, trabajo y estar cada vez más aislados. Vivir con un dolor persistente exige gran fortaleza y equilibrio emocional, ya que mengua psicológicamente mucho al individuo y sean a menudo personas preocupadas con sentimientos de ira, desmoralización, aislamiento y depresión.

Debiéramos hacernos la pregunta, de porque un problema tan costoso será tampoco conocido y a la vez tan mal tratado. Quizás el problema básico en el conocimiento del dolor es que como se trata de un estado subjetivo (interno), y no existe manera de medir su intensidad, el diagnóstico se hace muy complicado ya que no es una ciencia exacta, ¿cómo saber qué es más doloroso, el romperse una pierna o el romperse una mano?. Nos encontramos con un problema de control sobre el dolor, buscando tratamientos desde hace miles de años.

La evaluación médica, se ha dedicado a identificar la causa física del dolor. Ante la ausencia de una base física, se suele mencionar una causa psicológica como responsable del dolor. Aunque todavía se utilizan no se debiera de separar la base física del dolor, de la psicológica, ya que cuando estamos distraídos un dolor físico pierde intensidad y fuerza, manteniendo nuestra relación más fluida y mejorada.

Esto nos hace pensar que no podemos olvidar que para una rehabilitación exitosa del dolor necesitamos valorarlo dentro de un contexto social, educativo, emocional y personal.

Una gran cantidad de estudios y análisis han demostrado la efectividad clínica y la relación eficacia-coste de los tratamientos psicológicos solos, y combinándolos con los tradicionales.

El reconocimiento de importancia de los factores psicológicos en el dolor ha hecho que muchos profesionales de la salud mental intenten evaluar y tratar a los pacientes con técnicas psicológicas de inoculación al estrés que produce el dolor. Las aportaciones de la psicología, a los tratamientos del dolor se basan en el entrenamiento en relajación, y tratamiento en base al manejo de contingencias (condicionamiento operante), técnicas cognitivas, hipnosis, y alguna más.

CEFALEA (dolor de cabeza fuerte e intenso)

Aunque se han diagnosticado 15 tipos distintos de cefaleas, la mayoría de ellas han sido    etiquetadas de migrañosas o tensionales, las mujeres representan del 60 al 75% de los enfermos con cefalea migrañosa o tensional.

La cefalea migrañosa (o vascular) afecta a un solo lado de la cabeza, aumenta hasta un punto en que la sensación pulsátil de martilleo es común e intensa y finaliza al cabo de ocho horas, como promedio, aunque puede durar desde pocas horas hasta varios días. Es frecuente que se acompañe de pérdida del apetito, náuseas y cansancio y con menos frecuencia de vómitos, palidez, diarrea, vértigo, hipersensibilidad al sonido y a la luz y frío en las extremidades.

Los factores que influyen en la cefalea tienen una predisposición psicológica muy elevada ya que la vulnerabilidad del ser humano a la cefalea tensional puede no estar relacionada con factores genéticos, sí que puede incrementarse en los casos de depresión. Los síntomas depresivos (por ejemplo, los cambios apetito, la escasa concentración, el descenso de la actividad sexual, el retardo psicomotor, las manifestaciones de tristeza y la ideación suicida) a menudo están correlacionados con la cefalea tensional crónica, sugiriendo que en algunos casos ésta podría ser secundaria a una depresión subyacente…

Desde hace tiempo se ha relacionado la cefalea tensional y la migrañosa con el estrés diario. Los precipitantes emocionales o situacionales son los que mayor importancia tienen en los sujetos con cefalea tensional diagnosticada a conciencia, encontrando que más de la mitad de los casos de migraña estudiados, estaban relacionados con acontecimientos estresantes. Hay también otros factores como una variedad de alimentos, bebidas, fármacos y factores ambientales que pueden hacer aparecer las cefaleas. Las comidas y bebidas que contienen nitritos, y histamina, glutamato, sal y tiramina (como los quesos fermentados, el chocolate, las nueces, el yogur, los plátanos, el cerdo, las comidas chinas y las bebidas con alcohol) pueden desencadenar una migraña como consecuencia de sus efectos vasoactivos, se recomienda a los migrañosos evitar tales alimentos, hacer tres comidas equilibradas al día y abstenerse de una dieta rica en carbohidratos. Se ha sugerido que otros factores ambientales que pueden precipitar la migraña son la luminosidad, el ejercicio físico, el cansancio, la falta de sueño, el hambre en, los traumatismos craneales y los cambios de tiempo o de la temperatura ambiental.

En la práctica muchos pacientes reciben tratamientos combinados, basados en un abordaje farmacológico y abordajes no farmacológicos como técnicas cognitivas, biofeedback con técnicas de relajación, observándose, que en el tiempo, las técnicas psicológicas aprendidas por los pacientes se mantenían más que las farmacológicas, dado que la capacidad de aprender de nuestro cerebro para auto controlarnos hasta en situaciones de dolor intenso, no tiene límite y con un buen entrenamiento cualquiera puede controlar estas técnicas y por lo tanto aumentar sus niveles de autocontrol cuando se estos males se somaticen.

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